jueves, 1 de marzo de 2018

NOTICIA: El legado prehistórico que dormía en León

Ocultos durante milenios, más de una veintena de altares rupestres han aflorado en la última década en León. Ha sido gracias a la infatigable labor del astorgano Juan Carlos Campos, un apasionado de la arqueología que descubrió unos espectaculares grabados del Calcolítico en el Teleno e inoculó en decenas de aficionados la búsqueda de petroglifos.

Juan Carlos Campos ante los laberintos que descubrió
 hace una década en Peñafadiel. - Amando Casado

VERÓNICA VIÑAS
El día que Juan Carlos Campos descubrió unos espectaculares petroglifos ni siquiera tenía pensado ir al Teleno. «Voy al sitio donde nunca hay nada», le había dicho a su mujer. Cuando estaba a punto de darse la vuelta, se topó con grabados de 6.000 años de antigüedad decorados con motivos inéditos. Dibujos y mensajes cuyo significado nadie ha descifrado aún. Unos grabados que dejaron atónito a Jeff Saward, una autoridad mundial en laberintos.

Han pasado diez años de aquel hallazgo y, en este tiempo, el legado prehistórico que dormía en León ha ido saliendo a la luz. Los grabados de Peñafadiel fueron la «semilla», porque, a partir de entonces, no sólo Campos, sino una pequeña legión de aficionados como él a la arqueología, han encontrado cazoletas y grabados que van de la Prehistoria a la Edad Media en lugares como Lucillo, Peñafurada (en Andiñuela), Peñamartín (en Chana de Somoza), en prácticamente toda la Maragatería, en el Bierzo, en los Ancares y en Alija del Infantado.

Campos publicará a finales de marzo el libro Grabados rupestres de la provincia de León, auspiciado por el Centro de Estudios Marcelo Macías, donde contará todos los descubrimientos de esta fructífera década. El libro es su particular forma de preservar unos hallazgos que la Junta «ni siquiera se ha dignado incluir en su inventario de Bienes de Interés Cultural. Todo lo contrario a lo que ocurre en Galicia», lamenta. Sus descubrimientos desataron una «fiebre de piedras» en la comarca y muchos otros devotos de la arqueología se apuntaron a la búsqueda de un tesoro prehistórico desdeñado por los investigadores, aún cuando la Universidad certificó la antigüedad de los petroglifos próximos al Teleno, a los que Campos denomina «la joya de la corona». Gracias a su espectacularidad —dice— «la gente se involucró en la búsqueda de nuevos grabados» y los hallazgos se multiplicaron por cuatro. En su libro citará a una docena de personas que localizaron más de una veintena de estaciones rupestres, donde hay, como mínimo, dos o tres piedras con dibujos y laberintos milenarios.

«Para la Junta, los petroglifos parecen un problema, porque no ha demostrado interés en ponerlos en valor. Ellos no se mueven y les molesta que otros encuentren cosas. En cambio, hemos conseguido que la gente de los pueblos hable de la Prehistoria».

Buscadores de tesoros

Entre los descubrimientos hay que destacar los que salieron a la luz el año en los Ancares. José Anglés Correa, un amante de la montaña, localizaba nada menos que siete estaciones rupestres en esta comarca leonesa; los primeros hasta la fecha. Asimismo, son excepcionales los que Campos encontró en el Castro Colorado, que podrían ser uno de los únicos vestigios astures que han perdurado. Campos batió este asentamiento astur-romano del ayuntamiento de Valderrey hasta que dio con unos grabados que han resultado ser excepcionales. Se trata de un grupo de antropomorfos (figuras esquemáticas con forma humana), posiblemente de la Edad del Hierro, en posición orante y quizá las primeras representaciones del arte astur de este tipo que aparecen en León.

En su nuevo libro Campos también describe los que aparecieron en Castrillo de la Valduerna y en Villar del Monte. Con estos hallazgos el arte prehistórico deja de ser irrelevante en León y aún faltan muchas zonas por ‘batir’, sobre todo, en la Montaña Oriental.

Celos aparte, algunos arqueólogos e historiadores sí reconocen la labor encomiable de estos aficionados, que figurarán con nombres y apellidos en el nuevo libro de Campos. Ana Franganillos descubrió una estación rupestre cerca de Viforcos; Mark Raes, un belga afincado en Andiñuela, localizó en esta localidad petroglifos con forma de serpiente; y Pedro Dios, natural de Priaranza de la Valduerna, encontró una roca con grabados rupestres mientras pescaba en el Duerna.

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