miércoles, 15 de febrero de 2017

NOTICIA: La nueva vida del viejo lagar

La Junta Vecinal de Fresnedo y el Ayuntamiento de Cubillos del Sil recuperan la antigua edificación comunal del siglo XVIII que los vecinos usaban para prensar sus uvas.

Estado anterior del lagar recientemente restaurado en la localidad
de Fresnedo. / C. Sánchez

David Álvarez - 4 de febrero de 2017
La localidad de Fresnedo, en el municipio berciano de Cubillos del Sil, recupera un pedazo de su historia con la rehabilitación del antiguo lagar comunal, situado en la céntrica calle de Tras Soto del barrio de la iglesia, que los poco más de 200 vecinos del pueblo utilizaban hace no demasiadas décadas para prensar las uvas y recoger el mosto con el que cada familia elaboraba su particular vino de mesa. Tras una inversión cercana a los 42.000 euros, aportados a partes iguales por la junta vecinal y el Ayuntamiento, el edificio, construido a finales del siglo XVIII, renace de sus cenizas para convertirse en un atractivo patrimonial para las sendas turísticas que recorren la localidad.

En ese sentido, el alcalde de Cubillos del Sil, Antonio Cuellas, destaca que la edificación constituye “un patrimonio etnográfico para que las nuevas generaciones conozcan cómo funcionaba”. Al respecto, el regidor augura que “a medida que pasen los años, llamará más la atención, porque tenía una utilidad común para muchos vecinos”. Además de promocionar las visitas al lagar entre escolares, el Ayuntamiento también prevé presentar la restauración a los premios que anualmente entrega la Fundación Prada a Tope a la recuperación de la arquitectura tradicional del Bierzo.


Estado anterior del lagar recientemente restaurado
 en la localidad de Fresnedo. / C. Sánchez



Amador García (I) y Erundino Rodríguez (D), vecinos de la localidad
 de Fresnedo (León), junto al antiguo lagar ahora restaurado. / C. Sánchez

Amenaza de derrumbe

Antes de las obras que recuperaron su antiguo aspecto, la edificación presentaba “un estado de conservación muy deficiente” y amenazaba con derrumbarse. Además, la vegetación salvaje se había adueñado del interior del espacio. “La pared del fondo tenía una inclinación de casi 50 centímetros entre el suelo y el techo”, explica Cuellas, que se muestra orgulloso de haber conseguido devolver el muro a su lugar original sin tener que demolerlo. “Lo enderezamos utilizando un camión que tiró de la pared hasta devolverla a su sitio”, explica.

Al respecto, el regidor recuerda que el edificio “estaba abandonado, sin mirar para él, se estaba cayendo y ocasionaba problemas con los vecinos de las lindes”. “Lo sencillo hubiera sido venir y desmantelarlo, pero decidimos restaurarlo y protegerlo”, explica el alcalde, que añade que los trabajos también se extendieron a la cubierta de la edificación, parcialmente derrumbada. Para levantarla de nuevo, los promotores de la obra aprovecharon parte de las vigas existentes y completaron la estructura con madera nueva. En ese sentido, la rehabilitación del espacio ha respetado los materiales originales que se usaron en la construcción, para lo que ha hecho falta elaborar nuevos ladrillos de adobe. “Hemos recuperado el aspecto original del edificio para que quede aquí otros 200 años y pueda ser visitado por turistas y vecinos”, explica el alcalde.

Los planes de los responsables municipales pasan por convertir el lagar en “un lugar de estancia y tertulia”. Además, debido al “aceptable estado de conservación” de los mecanismos, el Ayuntamiento preveía poner en marcha la prensa en la época de la vendimia para mostrar a los más jóvenes esta actividad tradicional. Esos planes se fueron al traste durante la obra, cuando los técnicos comprobaron que la viga estaba dañada y no se podría usar para su función original. “Queda como un elemento recuperado y protegido, pero su uso es complicado”, admite Cuellas, que añade que el huso que sirve para levantar la viga “está apolillado y si se fuerza, se rompe”.


Lagar recientemente restaurado en la localidad de Fresnedo. / C. Sanchez

El lagar del tío Mangano

A sus 73 años, Erundino Rodríguez, vecino de la localidad, recuerda la época en que el lagar se encontraba en funcionamiento. “Tendría yo nueve o diez años, después cada uno fue teniendo su prensa en casa y dejó de traer las uvas aquí”, explica.. “Hasta venía un camión de Ponferrada y entraba para cargar el bujo, los restos de piel de uva, para hacer orujo”, recuerda Erundino, que valora que la restauración ha conseguido rescatar el aspecto original del lagar. “Por dentro está idéntico”, subraya.

Entre los rincones recuperados del viejo edificio, Erundino destaca que el funcionamiento del ingenio “tiene su ciencia”. “Aquí se colocaba el pie y esta viga se levantaba hacia arriba, girando el huso. Luego se dejaba bajar para que todo el peso descansara sobre el pie”, explica el vecino con una nostalgia que le cuesta disimular.

Otro vecino de la localidad, Amador García, también recuerda como el lagar “fue perdiéndose y quedando abandonado”. La familia de Amador fue una de las implicadas en la construcción del edificio, a finales del siglo XVIII, en la que colaboraron varios vecinos de Fresnedo. De hecho, su abuelo fue el que taló el árbol que sirve de viga al lagar, ya que la finca familiar se situaba detrás del edificio. “Durante muchos años los vecinos del pueblo venían a explotarlo, tuvo más de diez propietarios”, recuerda Amador, que explica que “con el tiempo se cedió a un solo propietario, el último conocido, que le dio el nombre por el que se le conoce: El lagar del tío Mangano”.

Otro vecino de la localidad, José Álvarez, completa la historia sobre el abandono. “Ese señor Mangano, al que nadie conocía, lo abandonó y un vecino del pueblo se hizo cargo y pagaba la contribución, pero el edificio se empezó a deteriorar porque la gente dejó de utilizarlo”, recuerda, y remarca que “lo que hace único al lagar de Fresnedo es la viga, que en otros pueblos de la comarca suele ser mucho más estrecha”. Al respecto, José destaca la “grandiosidad” del tronco que preside la estancia y la presencia del cascote de la raíz, algo inusual en este tipo de construcciones. Responsable de la primera petición de rehabilitación del edificio, hace ya más de veinte años, José valora el lagar como “un patrimonio del pueblo”. “Menos mal que se protegió”, explica aliviado.

Lagar recientemente restaurado en la localidad de Fresnedo. / C. Sanchez

Respeto por la historia

En ese sentido, la presidenta de la junta vecinal de Fresnedo, Loli Rodríguez, recuerda que ese primer intento de restauración no pudo efectuarse porque el edificio no era propiedad del pueblo. “Cuando se inscribió en el catastro, se pudo acometer la inversión”, explica la alcaldesa pedánea, que remarca que la obra era “muy demandada por los vecinos”. Al respecto, Rodríguez recuerda que el proyecto de rehabilitación se solicitó desde la propia junta vecinal, comprometida con la conservación del lagar. “O lo hacíamos ahora o ya no lo hacíamos, si se deja un poco más, se viene abajo”, explica.

Su compañero en la junta vecinal y concejal de Obras de Cubillos, Camilo Martínez, considera que la recuperación del antiguo lagar era una necesidad “si queremos ser respetuosos con la historia”. “Si no reconocemos nuestra propia historia, ¿dónde queremos ir?”, se pregunta Martínez, que destaca que las actuaciones de la junta vecinal también permitieron recuperar el año pasado la tapia del antiguo cementerio del Obispado, hoy propiedad municipal. “Se hizo monda de los restos y la valla, de piedra y adobe, se mantuvo en su estado original y se renovó la cubierta de pizarra”, explica.

En la misma línea, el alcalde del municipio recuerda que “en este pueblo había muchas edificaciones de adobe, cubiertas con techo de paja, que desgraciadamente se sustituyeron por cubiertas de uralita hace más de 60 años, a causa del peligro de incendio”. “Es una lástima que se perdiera ese patrimonio”, apunta Cuellas, que considera que “entonces se tomó la decisión fácil”. “Si hoy se hubieran conservado, esta localidad tendría muchas más visitas porque sería algo digno de ver”, remacha el regidor.

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