miércoles, 24 de agosto de 2016

ACTIVIDADES MUSEO ETNOGRÁFICO PROVINCIAL DE LEÓN MES DE AGOSTO 2016

PRESENTACIÓN TESIS DOCTORAL:

“POBLACIÓN, SOCIEDAD Y FAMILIA EN TIERRA DE CAMPOS LEONESA. La comarca de Sahagún en el siglo XVIII”.

Autor: Francisco Javier Lagartos Pacho, Doctor en Historia

Sábado, 27 de agosto 19,00 h.
Patio Espacio Peregrino. Planta Baja. Museo Etnográfico Provincial de León
Mansilla de las Mulas. Actividad Gratuita



La Diputación de León a través del Museo Etnográfico Provincial de León en colaboración con el autor D. Francisco Javier Lagartos Pacho, Doctor en Historia, organizan la presentación de la TESIS DOCTORAL:

      “POBLACIÓN, SOCIEDAD Y FAMILIA EN TIERRA DE CAMPOS LEONESA. La comarca de Sahagún en el siglo XVIII”.

El próximo sábado día 27 del presente mes de agosto, tendrá lugar en el espacio Patio Peregrino del Museo Etnográfico Provincial de León, sito en Mansilla de las Mulas, la presentación del libro “POBLACIÓN, SOCIEDAD Y FAMILIA EN TIERRA DE CAMPOS LEONESA. La comarca de Sahagún en el siglo XVIII”, contando con la presencia de su autor Francisco Javier Lagartos Pacho.

Este estudio es imprescindible para conocer el pasado socio económico de la zona de Tierra de Campos Leonesa. El objetivo de esta investigación ha sido el de conocer, desde la perspectiva de la historia de la familia, cuales son las pautas demográficas y cómo se llevaba a cabo el entramado familiar para conseguir el objetivo final de toda sociedad que es la perpetuación del sistema.




La investigación que se presenta se ha basado en tres grandes pilares. El análisis de todo lo referente al conocimiento de la población y las características de los agregados domésticos para acercarnos al potencial demográfico de la zona. Después el estudio de la estructura económica de las explotaciones agrarias, la propiedad agraria y su distribución, el aprovechamiento del terreno, etc. relacionándolo con la familia y el hogar. Y, por último, los mecanismos utilizados por los individuos de la zona para la reproducción social, deteniéndonos en la transmisión de las herencias (propiedad, oficios, bienes muebles e inmuebles, etc.),  la organización de las alianzas familiares, las redes de relación, etc. en definitiva todas aquellos aspectos que nos pongan sobre las pista de la forma en la que se perpetúa el sistema de generación en generación.


En definitiva, es un estudio con el que nos aproximamos a la familia terracampina partiendo de su análisis bajo tres parámetros fundamentales: hogar, trabajo y explotación agraria y su transmisión, como metodología para explicar los cimientos y componentes del funcionamiento del sistema social.

ACTIVIDAD REALIZADA

D. José Luis Alonso Ponga, Profesor titular de Antropología de la
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid,
presentado a D. Francisco Javier Lagartos Pacho, antes de su exposición.

D. Francisco Javier Lagartos Pacho, presentado su tesis
"Población, sociedad y familia en tierra de campos leonesa.
La comarca de Sahagún en el siglo XVIII".


lunes, 22 de agosto de 2016

Se nos ha ido CONCHA CASADO



Hoy 22 de Agosto hacia las 3 de la madrugada ha fallecido Dña. Concha Casado, nuestra insigne Etnógrafa y Lingüista hispana y leonesa, en la residencia Juan Pablo II de León.


Descanse en paz quien tanto hizo por el patrimonio leonés.
Medalla de Oro de la Diputación de León, medalla de del Patrimonio Histórico de Castilla y León, tesinanda de Dámaso Alonso, compañera de Julio Caro Baroja en el CLIC, premio Agapito Marazuela de Folclore,... y tantos otros premios y distinciones. Y para nosotros "la chica del mandil".


Y para recordarla, reproducimos un resumen de un texto en el que glosábamos su trayectoria:


Concha Casado: dos instantes, un continuo ejemplo.
De la mirada inocente a la mirada consciente. De la imagen de Truchas en 1934 hasta la del Val de San Lorenzo en 2009, ambas con ella en el centro, se producen cambios de escenario, de personas y paisajes, de siglo y de milenio, pero no su forma de mirar, solo de su reflejo.

No había finalizado el bachillerato en el Juan de la Encina cuando el retrato colectivo de juventud, mostraba a Concha entre sus primas, Marinila y Marisol, mirando la vida de cerca, profunda y bella, con el orgullo y la gallardía tanto personal como material que les brindaba la indumentaria tradicional, con la quietud exigida por las formas y la placa de cristal, pero no podían reflejar todo…
Ni la su pasión por la ciencia, aún hoy cruzada intelectual.
Ni su devoción por los jóvenes; educación, formación y valor en la cultura tradicional.

De “la chica del mandil” a “la antropóloga inocente”: Incisivas las preguntas, inocencia ajena en las respuestas, apuntes bajo el rodao o el mandil, noches de creación a la luz de la vela o candil.
Sí, si inocencia consideramos juventud, inquietud, magnitud…tanta como la experiencia que atesoró…en mayúsculas, como no. Antropología para los otros, Etnología con los de aquí, objetos y manifestaciones, minúsculas de la ecuación, Etnografía, folklore, costumbre…desarrollo de la Cultura, la Tradición.

Y llegó la tesis doctoral. Métodos adaptados, técnicas ajustadas, intrépida investigadora y mujer en los ’40, y un objetivo claro: La Cabrera… de personal a Universal.
De ahí surgió una vorágine investigadora y documental: objetos y sones, regiones y personajes. Del “habla” tradicional, a la revista filologal de D. Ramón Menéndez Pidal. De D. Dámaso Alonso a la escuela alemana de Krügger, de Coimbra a Bonn, de Londres a Madrid, y de D. Julio Caro Baroja al Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Ayer, hoy y mañana, estudiosa de la persona y cosa, científica de la razón. De estudiante a doctora, de investigadora a directora… formadora y reformadora, siempre leonesa en formación. Legando nuevos caminos, preparando relevos, alentando a otros en su vocación. Comunicadora y trabajadora incansable, memorión, tenaz hasta la desazón.
Humanismo femenino en un siglo de transformación, constancia por salvar el embrión de lo particular, sublimación de la identidad, de su comunidad. No, salvar no, preservar.
Y de Madrid vuelta a León… recuperamos el honor, el regalo, la ilusión.
Entre el oasis de paseos obligados y recargas conventuales, de afecto y conversación, otra vez de vuelta, la profesión… todos los ciclos, todos los ritos, todos los campos etnográficos materiales o inmateriales. Prioridad hoy en lo artesanal, más en el oficio que en lo material, y siempre el valor de lo local. Conocimiento y transmisión, siempre experiencia, siempre formación, y los niños como referentes, de su mayor legado, un futuro en la ciencia del hombre aún mejor.
Indumentaria, joyería, arquitecturas, museos, danzas, huertos, ferias, jornadas, grabaciones, libros, conferencias, charlas, y clases… todos los palos de la baraja, imposible jugar a perder. Y mañana de nuevo otro libro, otro artículo, otro premio… ella asegura que el último, nosotros sabemos que no… pasado otro suyo será aún mejor.

En suma, de la Etnografía a la Antropología, de la Lingüística a la Filología, de la Memoria a la Historia, del Humanismo al Patrimonio Cultural, como confesora de la tradición, impresora de lo consuetudinario, oradora y moderadora de la transmisión, y para mí valedora de una cómplice ilusión…, y como amiga, etnocentrismo incorrecto, de lo mejor.


Hasta siempre compañera y amiga.


Recuerdos, premios, homenajes...de Doña Concha Casado,
donados al MEPL.

Doña Concha Casado y D. Miguel Ángel Cordero,
Director del Batán Museo en Val de San Lorenzo.

Doña Concha Casado y D. Jesús Celis.

Inauguración de la Biblioteca "Concha Casado"
en el Museo Etnográfico Provincial de León. Junio 2013.


Biblioteca "Concha Casado". MEPL.

Presentación del libro "La Cabrera, tal como era".
Noviembre 2012.

Presentación del libro "La Cabrera, tal como era".
Doña Concha con Roberto Soto Arranz y Doña María de la Paz Díez.

Doña Concha Casado, rodeada por los Alcaldes de La Cabrera
 en el día dedicado a esta comarca en el MEPL. Noviembre 2012.


Exposición Temporal
"Cofias Holandesas, Mantillas Españolas y Paños de Ofrenda". Año 2009.

Exposición Temporal 
"Cofias Holandesas, Mantillas Españolas y Paños de Ofrenda". Año 2009.


D. Pío Cimadevilla, Doña Concha Casado y D. Jesús Celis.
Pieza del Mes de Abril 2013. 



D. José Ramón Ortiz, Director del MEPL y Doña Concha Casado.
Pieza del Mes Octubre 2009. "El Paño de Ofrenda".

D. José Ramón Ortiz, Director del MEPL y Doña Concha Casado.
Pieza del Mes Octubre 2009. "El Paño de Ofrenda".

Amigos del mundo de la ETNOGRAFÍA,
dando su última despedida a Doña Concha Casado (23/08/2016)

martes, 16 de agosto de 2016

PIEZA DEL MES: AGOSTO 2016

“Los abanicos de la colección Gago. Historia y procesos de restauración de abanicos antiguos”.

Investigadora: Aurora Calzada Carazo.
                        Restauradora y Conservadora de abanicos antiguos

Sábado, 20 de agosto 18,30 h.

Patio Espacio Peregrino. Planta Baja. Museo Etnográfico Provincial de León
Mansilla de las Mulas. Actividad Gratuita



La Diputación de León a través del Museo Etnográfico Provincial de León, en la Actividad  Pieza del Mes para este momento estival ha programado parte del conjunto de abanicos que Doña Ana María Gago del Río donó al Museo Etnográfico Provincial de León en el año 2004. En esta ocasión será Dª.Aurora Calzada Carazo, Restauradora y Conservadora de abanicos antiguos, quien nos introduzca en estos bellos objetos cuyos usos eran no solamente funcionales sino también ceremoniales y decorativos.

Tomando como base los abanicos más representativos de la colección Gago se realizará una introducción al mundo del abanico y su evolución a lo largo de la historia, desde sus primeros rastros en Mesopotamia hasta nuestros días. Se enfatizará en la importancia que ha tenido este complemento de la vestimenta, reservado inicialmente su uso a la corte y las clases altas en Europa, pasando por los abanicos orientales y su influencia en el abanico articulado, hasta nuestros días, convertido en objeto de uso popular. Se repasarán épocas y estilos, diferentes manufacturas, materiales y acabados.

Objeto de adorno en la mayoría de los casos, ha ayudado a apagar sofocos, cubrir rubores y enviar mensajes galantes mediante un lenguaje codificado, sutil y ampliamente descrito. Ha servido de soporte a diferentes artes y se ha utilizado como instrumento para lanzar mensajes revolucionarios, satíricos y publicitarios. 

En cuanto a la parte técnica, además de los materiales empleados en su manufactura y la descripción de las partes de los diferentes tipos de abanicos se tratarán los diferentes métodos y criterios de restauración y conservación en función del estado de deterioro de cada obra.


Así pues este mes de agosto el Museo Etnográfico Provincial de León despliega todo el arte que contiene este conjunto de abanicos y que nos transportará a una época en la cual este accesorio de la vestimenta femenina portaba una gran carga simbólica y sentimental además de mostrarnos el momento artístico, cultural y social en el que fueron fabricados.

ACTIVIDAD REALIZADA

Dª. Aurora Calzada Carazo,
Restauradora y Conservadora de abanicos antiguos.

Dª. Aurora Calzada Carazo.
Pieza del Mes "Los abanicos de la colección Gago"



domingo, 14 de agosto de 2016

COLABORACIÓN: Bañistas de río, campamentos y colonias juveniles… Veranos de grandes recuerdos y amistad…

Autor: Toño Morala

Año 1935. Bañistas bailando en la ribera del río.
Lo que les voy a contar es tan verdad como el olor a lluvia. Corría el año sesenta y siete o sesenta y ocho; habíamos llegado a Matallana de Torío a casa de unos tíos… después de comer y dormir un poco la siesta, nos fuimos al río; era verano, había mucha gente por las orillas y en el agua; al cabo oímos un par de voces de una madre muy distraída; pero que nos llamó la atención, e incluso nos hizo sonreír…- “¡¡Pepe…Pepe, como te ahogues te mato…!!”. Así fue, y así lo recordé para comenzar este bonito paseo por los veranos de río, colonias y campamentos juveniles. Imagino que la buena madre quería apercibir a su hijo del peligro de los pozos en verano en el río Torío. En aquellos años, aunque ya había alguna piscina por ahí, la forma familiar de divertirse era preparar la merienda y al río a bañarse a lo bruto con los amigos y amigas, y hacerse el valiente delante de los padres y demás. Recuerdo aquellos niños y niñas con las sandalias de agua, el flotador de pato que te dejaba huella en la barriga, los pelos desaliñados y aquellos trajes de baño que secaban en un minuto y que eran tan cortos que casi se veían los compases del alma… y los de las niñas, para qué vamos a contar. La cuestión era salir al río; la vida en verano era estar casi todo el día entre el agua, los renacuajos, las piedras, los bocadillos de mortadela y chorizo, alguna que otra gaseosa fresca… y negros como tiznos; en aquella época parecía que el sol no hacía daño, te despellejabas y punto… el resto lo ponía el tiempo que estuvieras a la orilla del río. Y así pasábamos unos veranos llenos de aventuras y amistad; también había alguna discusión, pero al rato todo quedaba olvidado. Hay que comentar que se ahogaban algunos adultos y niños, y también había accidentes terribles donde algunos quedaron parapléjicos o tetrapléjicos tirándose desde puentes o rocas y pegándose el gran batacazo. Pero la vida continuaba para el resto de mortales, y la diversión en el río estaba asegurada. 

Chavales en el río.

En otra ocasión estábamos en Mansilla, y vimos como algo mordió a un niño… como para no gritar; el pobre lloró todas las lágrimas de toda su vida. Le tuvieron que llevar al médico de guardia que en aquel entonces paraba en el hostal de La Estrella. En algunos ríos de nuestra Provincia había botes de madera y ya algunos hinchables que traían los asturianos generalmente; aquello sí que eran aventuras de capitanes y tripulaciones tremendas. A los buenos amigos y compañeros de navegación por los mares fantasmagóricos del silencio… lo peor era que el agua era escasa, pues todavía no se había embalsado en los pantanos de la montaña y el recorrido en barco era más bien corto, pero era lo que había y encantados de la vida. En otras ocasiones andábamos por entre el bosque de la ribera, en la orilla, y allí hacíamos casetas con ramas y hojas, y era nuestro cuartel general; no lo sabían ni madres ni padres; en alguna ocasión a alguno nos daban la gran bronca por marchar sin avisar; pero cómo íbamos a avisar… de esa manera nos descubrían el secreto de la caseta llena de lanzas y arcos de cuerda de las alpacas y flechas finas de avellano. Cuando se acababa el verano, nos poníamos tristes; los amigos se marchaban a sus ciudades… los abuelos también… y otra vez a la escuela. 

Lo de las colonias y campamentos juveniles era otra cosa; ahí había disciplina y orden; todo medido y ordenado; todo era muy preparado, y además, como casi todos los campamentos eran de colegios de curas, pues a la vez te iban enseñando lo que ellos creían como “valores humanos”. Aquí no me voy a meter, que igual salgo trasquilado. Pero la cuestión era que a lo largo de nuestra montaña y cerca de las riberas de los importantes ríos se hacían campamentos fijos o en tiendas de campaña… Villamanín, La Vecilla, El Condado, Boñar, Cistierna, Villablino… y un montón más de pueblos, recogían los niños y niñas, así como jóvenes de hasta diez seis años más o menos y se tiraban quince días haciendo múltiples actividades tanto deportivas como de formación. 

Los niños participantes en el campamento de verano
 de Villamanín posan junto a sus monitores.
Casi todos eran de la cercana hermana Asturias, y un solo fin de semana, los padres y hermanos podían visitar a los intrépidos campistas. La formación y actividades las daban gente más mayor y experta en varias disciplinas deportivas, de marcha, sobrevivencia, y hasta les enseñaban la forma de montar las tiendas, y de organizarse en ellas. Aquí los cocineros del campamento o colonia tenían que ser muy vivos y buenos profesionales, pues dar de comer a tanta gente joven y con ganas, no debía de ser fácil. Muchos de ellos viajan durante una quincena a la localidad leonesa de Villamanín, gracias a becas de CajAstur, que a lo largo del verano acerca a las instalaciones a más de 300 jóvenes. La Fundación Alimerka también colabora con la iniciativa sufragando los gastos de 40 críos. A estos se suman los que no cuentan con ayuda económica y procedente de alguno de los pisos de Nuevo Futuro. En la segunda quincena de agosto conviven en el campamento algo más de 100 niños acompañados por una decena de monitores titulados.

Campamento de Vegacervera.

 La mañana comienza con la limpieza de las cabañas. Una competición sirve para animar a los chavales y así la limpieza de las estancias recibe todas las mañanas una puntuación entre 0 y 10. En cada una de las cabañas duermen durante 15 días grupos de 10 chicos. Los más pequeños tienen su estancia en «la jungla», como se denomina en el campamento al grupo de barracones en los que los menores comparten estancia con uno de los monitores. La mañana está muy fría en la montaña, y es que viven un clima extremo.”Tenemos al lado el puerto Pajares y eso se nota. Por el día alcanzamos fácilmente 30 o 35 grados, y de noche puede bajar hasta dos bajo cero, el típico clima de la meseta, en palabras de un monitor de 30 años”. Las actividades comienzan después del desayuno. Los muchachos se dividen en grupos y se dirigen a un prado cercano para montar en buggie, skarts y quad. Estas actividades son de las que más atraen a la chavalería. A continuación, y aprovechando al máximo la mañana, pueden montar a caballo. Los más pequeños suben a la grupa con un profesor ecuestre que les da varias vueltas a un campo cercano de los barracones. 

En  La Vecilla…  la famosa tirolina.

Todos los niños quieren repetir a lomo de los animales, que se comportan de manera muy dócil y están perfectamente cuidados. “Hoy ha tocado paseo a caballo, pero otros días realizan actividades acuáticas en un pantano cercano, donde navegan en lanchas o se suben a enormes plátanos hinchables y flotantes, siempre con los equipos adecuados y con los chalecos salvavidas que permiten que las caídas se conviertan en risas”. La seguridad es una de las obsesiones de los organizadores del campamento y así todos los niños y jóvenes participantes viajan con su tarjeta de la Seguridad Social y cuando abandonan las instalaciones portan, colgada del cuello, una tarjeta identificativa con su fotografía y datos personales. Pero lo más importante es la diversión y la convivencia. Algunos de los que acuden a Villamanín lo hacen alentados por amigos. Es el caso de uno de 14 años, que es la primera vez que participa en esta experiencia de convivencia. Le ha convencido su gran amigo, todo un experto que lleva seis años acudiendo a Villamanín. En lo que todos coinciden es en que “los monitores son los mejores”, como apunta uno de los chavales, que también debuta en el campamento y que, encantado, apostilla: “Se liga mucho”.

Equipo de fútbol en Villamanín (León), campamento que organizaba
 el Orfanato de Mineros Asturianos. Año de 1950

NOTICIA: Tejiendo una vida

El Museo de La Comunal y el Batán, en Val de San Lorenzo, siguen siendo testigos vivos del paso del tiempo y del devenir de un oficio manual que hoy mantiene posiciones. Pueblo maragato de antiguos arrieros y de artesanos. Museos que repasan una importante colección de fotos y maquinaría. Antigua, sí, pero aún hoy empleada por los maestros que siguen tejiendo vida entre la trama y las urdimbres de las mantas de siempre.

Tejiendo una vida.-
A.G. VALENCIA
diariodeleon.es
Una enorme puerta azul nos dice que hemos llegado. Un parada un vistazo y adelante. Es el Centro de Interpretación Textil La Comunal, un museo que transporta en el tiempo. Las enormes vigas, la luz y hasta el ambiente marcan el camino. Estamos en Val de San Lorenzo. La sala, en un edificio construido en los años 40 por la Sociedad Comunal de Artesanos, guía al curioso entre máquina y máquina explicando todo el proceso intermedio que aquí se llevaba a cabo. Hablamos de deshacer, cardar e hilar la lana.


Los antiguos telares se dan la mano con una colección única de fotografía, editada en dos publicaciones: El carro chillón y algo más I y El carro chillón y algo más II. Son imágenes tomadas en el verano del 26, cuando los alumnos de la Escuela de Cerámica de Madrid recalaron en la localidad. Las fotografías guardan una excelente calidad, al haberse conservado durante décadas sin ver la luz. Fueron descubiertas por Concha Casado. En ellas, se ve a los alumnos y profesores mimetizados con la vida y las gentes del pueblo. Gentes maragatas, antiguos arrieros, siempre artesanos. Es especialmente curiosa, una acuarela basada en una de esas instantáneas de Aniceto García Villar. Se trata de un trabajo, inacabado, del primer director de la Escuela, Francisco Alcántara. Cuentan que era amigo de Sorolla y que luz del pintor valenciano se aprecia en la acuarela del Val. También cuentan que Sorolla asesoraba de dónde podían realizarse los cursos de verano y se sabe que el artistas visitó Astorga, quien dice que en aquel viaje no quedará prendado de la Maragatería.

La maquinaria antigua, la luz, las vigas, el ambiente... todo marca el camino por un trazado donde la fotografía y los telares se dan la mano. Es La Comunal, el museo que abarca el proceso intermedio del trabajo textil. Un oficio de siglos que sigue en pie. El Batán marca el comienzo y el final del trabajo. Un lugar con encanto aún hoy empleado por los artesanos. Una visita obligada, un museo vivo.

Entre la influencia de Sorolla, las fotos del 26 y los curiosos ventanales por donde entra la luz necesaria se suceden las máquinas que hablan de la evolución del oficio. Explica Miguel Ángel Cordero, conservador del museo, que tras cardar e hilar, marcar la trama y la urdimbre la pieza pasa a los telares. Y aquí La Comunal conserva un primer telar mecánico. La tecnología y los viejos usos se alían con la historia. Nos narra que José Cordero Geijo y su hijo, allá en el XIX —coincidiendo con una grave crisis en el sector— viajaron a Palencia para conocer in situ la técnica empleada allí en el textil. Seis meses les valieron para volver al Val y dejar la impronta de aquellos telares, que aún hoy se conservan.


La Comunal abraza ese proceso intermedio del trabajo de la lana. Por eso la visita comienza en el Batán, un lugar con encanto que nadie en el pueblo ni del oficio conoce así. Lo llaman Pisón, dice Cordero, por la técnica de pisar la lana húmeda en la Edad Media. Todavía hoy es empleado por artesanos y maestros y es el único, de cuantos hubo en el Val a orillas del rió, que se conserva en pie. Data del siglo XVIII y aquí es donde se lavan los vellones y se pisan. Después llega el trabajo intermedio para, al final, volver al Batán, curiosamente principio y fin de todo el proceso. La historia nos da la mano.

NOTICIA: Los últimos 'pellejeros'

Con los hermanos Maurilio y Alfredo Sánchez se extinguen varias generaciones familiares de curtidores de pieles de forma artesanal en Villarramiel (Palencia).

Alfredo Sánchez, pellejero de Villarramiel (Palencia). | ICAL
Ical | 13/08/2016
“Entrar por esta puerta me da la vida y espero hacerlo mucho tiempo”, señala Alfredo Sánchez mientras accede a una pequeña nave situada en la parte trasera de una vivienda de Villarramiel (Palencia), donde a los 13 años se inició en el oficio de curtidor de pieles a mano, tal y como antes lo hicieron su padre, abuelo y bisabuelo. Lo cuenta con 72 años y un hombro reconstruido tras una infección que degeneró en un tumor, nueve operaciones y una incapacidad laboral por invalidez.

“Yo vengo solo para entretenerme y mi hermano Maurilio, un año mayor, es el que curte de forma artesanal las pocas pieles que nos llegan. Casi nadie se dedica a ello en España desde hace 40 años y aquí llegamos a tener ocho empleados cuando todo era manual”, añade con nostalgia. Y lo hace desde las profundas raíces de los 'pellejeros', por que así son conocidos los habitantes de Villarramiel, ya que una buena parte se dedicó a curtir un cuero de primera calidad del que vivían unas 600 personas en la localidad terracampina en los años 50.

Todavía hoy, aunque con maquinaria moderna, existen ocho pequeños negocios familiares una vez que la decadencia de la mayoría de las tenerías tradicionales se produjo en los años sesenta. Con los hermanos Sánchez, si nadie lo remedia, se extinguirán varias generaciones de curtidores. “El día en que Maurilio se canse se acabó el oficio artesanal que siempre nos identificó. Un dicho popular hace referencia a que en Villarramiel todos son pellejeros, hasta el cura también”, rememora. Alfredo actúa de cicerone de un peculiar taller de curtido donde el polvo preside algunas viejas máquinas que contrastan con los pocos utensilios impolutos que aún preparan y tratan la piel. “El cuero de ahora no es como el de antes ya que los tratamientos químicos lo hacen mucho menos resistente”, explica rodeado de todo aquello que poseía una antigua tenería.

En este recinto industrial se realizaba manualmente el secado de pieles mediante su salado para hacerlas resistentes, seguido del remojo, el raspado y la limpieza del pelo. Luego se procedía al engrasado, apelmazado, abrillantado y teñido en el denominado 'baño tánico', que antiguamente se realizaba en pozos excavados en el suelo.

Reorientar la producción
Con la mecanización del campo desapareció la demanda de cuero para sillas, tiros y correones de las caballerías y, por otro lado, no se pudo resistir la competencia del plástico en la fabricación de multitud de objetos que, en el pasado, se realizaban con este material. Las escasas fábricas de curtido han reorientando su producción de pieles hacia la marroquinería y el calzado, sobre todo el boto campero, acudiendo al mercado extranjero para la importación de materias primas. Así lo refleja un estudio de María Francisca Represa, titulado 'Las Tenerías palentinas. La pervivencia de una tradición', publicado en la biblioteca virtual 'Miguel de Cervantes'.

“En el taller mi hermano aún elabora pergaminos y material para las tulipas de las lámparas, instrumentos de percusión y escudos heráldicos. También se trabaja algo para tapicería y manualidades de marroquinería que se hacen en los colegios. Hay clientes que traen para curtir pieles de caza, cabra, terneros e, incluso, en una ocasión llegó de lobos de una batida autorizada y de una serpiente 'boa' traída de Sudamérica. Antes llegaba mucha piel de nutria, visón, zorro o jabalí”, sostiene el curtidor de Villarramiel.

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Clientes peculiares
Los más de 50 años en el oficio han deparado que Alfredo Sánchez tenga multitud de anécdotas que contar, de las que rescata una protagonizada por el actual presidente de Cantabria, el regionalista Miguel Ángel Revilla. Cuando estaba en la oposición acudía a una fiesta tradicional de Guerras Cántabras, en el municipio de Los Corrales de Buelna, ataviado con una piel de cabra curtida con ácido que le quemaba las camisas que se ponía debajo. “Un vecino del pueblo que adquiría pieles tratadas artesanalmente en nuestro taller se lo contó. Revilla vino y se llevó 40 para él y sus amigos, por lo que su mujer, según me dijo después, le dejó de reñir por que antes cada día de la fiesta destrozaba una camisa y con la piel de cabra natural dejó de pasarle”, recuerda divertido.

El curtidor guarda una auténtica caja de sorpresas en el vetusto taller en el que, para él, todos son gratos recuerdos vividos desde la infancia. Los utensilios más preciados le valieron en su día para hacer trabajos de marroquinería a pequeña escala, algunos de repujado y pirograbado del cuero. Por ello, muestra con orgullo toda suerte de monederos, carteras de documentos y cinturones, junto a una amplia variedad de pieles cuyo color y tacto sorprenden por su enorme calidad.

Retazos del pasado
Las herramientas también guardan la impronta de lo artesanal en cuanto a los materiales con las que fueron fabricadas, retazos de un pasado que ya nunca volverá. “Esta 'limona' para afilar los cuchillos que aún cortan los pergaminos es de acero puro. Es auténtico oro molido por que ya no se vé ninguna. Y no como lo que se vende ahora que viene de Portugal, que no sirve para nada y a los pocos días se llena de mugre y no lima”, asevera Alfredo.

Para no dejar de sorprender al visitante saca de un desván una herramienta cortante de gran tamaño, con mango a ambos lados, con la que se procedía al raspado y limpieza totalmente artesanal del pelo de las pieles. “Es de acero y se hizo aprovechando la ballesta de un coche”, explica, al tiempo que termina de enseñar su particular museo etnográfico.

Como si de un libro incunable se tratase dada su gran antigüedad, el curtidor muestra finalmente una especie de plancha con suelo de corcho. “Se llama corcha y se utilizaba mucho para ablandar la piel. Está en manos de la familia desde siempre y puede tener más de 200 años”, concluye antes de traspasar la puerta y cerrar un taller aún con olor a cuero al que cada jornada, aunque ya “como jubilado y solo para entretenerse”, regresará con la ilusión del primer día.