viernes, 7 de febrero de 2014

COLABORACIÓN: ZAPATEROS REMENDONES

       Uno de los oficios más antiguos que existen
En el centro Joaquín  el padre, a la derecha Benito y  a la izquierda Joaquín hijo,
el último zapatero de Mansilla después de cinco generaciones de zapateros.
Autor: Toño Morala
Los zapatos sólo los usaban aquellos que podían, los que tenían dinero o bien para los días de lluvia; por eso cuando usaba los zapatos en días serenos solía decirse. ”Mira don nadie que lleva zapatos, y está sereno”. Los zapateros remendones, como siempre los han llamado, aunque otra denominación excelente era la de "zapateros de viejo", estaban situados por las pequeñas entradas de las ciudades y algunas veces trabajaban hasta en la propia calle. Allí sacaban su banqueta  y mesa. Tan artistas eran, y son los que quedan, que prácticamente de unos zapatos que estaban para tirarlos los convertían en nuevos con suelas, tacones, cosidos, remaches, cordones y hasta lustrados, que así te los dejan a la hora de la entrega.
Oficio un tanto especial y con connotaciones peyorativas sin saber el por qué. Lo popular y artesanal en cuestiones de menudeo…  se conoce que eran menos vistas que aquellas grandes empresas llenas de mano de obra y oprobio. Los zapateros tienen una larga historia de anécdotas y vida.
Los tres hermanos, Manuel, Carlos y José, en el taller de Camilo,
 aprendiendo de su padre Manuel del Valle.
 Historias como la de la familia Polledo, que desde hace más de ciento sesenta años  se dedicaban a la zapatería. Los primeros de la rama familiar eran naturales del pueblo asturiano de Noreña; pueblo desde donde salieron un montón de zapateros allá por principios de 1820. La gran mayoría eran remendones ambulantes. Muchos emigraron hacia tierras amigas como León, Cantabria, Galicia. Los Polledo siempre trabajaban y fabricaban todo tipo de zapatos.

Antonio Fernández ,yerno de Carlos del Río.
 El bisabuelo, nacido en el año 1848,  ya se casó en Mansilla, en la villa también nació el abuelo Luis en 1873. Joaquín padre nació también en Mansilla en 1905; y el último zapatero del pueblo, Joaquín, nació en 1936; su hermano Benito trabajó durante años, pero luego se marchó a trabajar a correos. Una  gran saga de zapateros, que siempre fabricaron buen calzado a la par que reparaba. Uno de los fabricados de Joaquín durante años, entre otros, fueron las botas camperas del famoso Pencho el de la sala  de fiestas “La Estrella”. Personaje importante al que gustaba vestir como mejicano. Hay un documento que explica que en Noreña residían… «2.300 habitantes, de los que 200 son zapateros, 56 carpinteros, 34 curtidores y 14 sastres». Esos zapateros hablaban el “Mansolea”, una jerga gremial y defensiva para no ser entendidos por los extraños a su profesión. Y se dice que no había unidad de las tropas carlistas que no llevara en sus filas a un zapatero de Noreña, que además era un negocio lucrativo para ellos porque así no gastaban en fonda, ropa o comida. Los zapateros también desempeñan otras funciones relacionadas con el cuero, como la reparación y fabricación de cinturones y bolsos; la inserción de orificios o el cosido de otros objetos.
Estantería con hormas para fabricar zapatos en el Taller de Camilo.
 
Algunas herramientas con nombres muy bonitos son las que usaban y usan los zapateros; el cortador o fleje para cortar el cuero; el abridor de hendidos que sirve para escavar la suela; el famoso martillo de remendón o para asentar las piezas; varios tipos de leznas para hacer agujeros en la piel; las tenazas de montar que se utilizan para sujetar el corte y el forro; hierros de lujar que sirven para el abrillantado de los cantos, martillo  galgo, que sirve para clavar los tacones largos; escofinas para perfilar…y sobre todo el trípode o burro donde apoya el calzado para todo tipo de arreglos, la manopla de cuero que deja los dedos libres, y la palma de la mano cubierta  para no hacerse daño; el tirapié o correa que sujeta las piezas al muslo, y ese mandil de cuero que resguarda pecho y piernas para no cortarse con ninguna de las herramientas comentadas; hay más, y además , muchas están fabricadas por ellos mismos. El zapatero remendón sigue empleando las viejas herramientas para realizar sus composturas e incluso zapatos artesanos o para pies con malformaciones.

Ciriaco Blanco en su taller de zapatería

En la capital, también van quedando algunos zapateros remendones, aunque la mayoría, a la vez que reparan calzado, se ayudan de otros ingresos como son hacer copias de llaves, fotocopias, afilados…pero todavía subsisten zapateros remendones a la antigua usanza. En la Plaza de Omaña queda el yerno de Carlos del Río, que en 1960 abrió la zapatería, y que desde el año 1984 lleva Antonio Fernández de igual manera y casi con las mismas herramientas de su suegro; también fabrican calzado y plantillas ortopédicas, cinturones…Otro clásico de nuestra cuidad es la zapatería de Camilo, grandes artesanos del calzado ortopédico y reparación que tiene su taller en Daoiz y Velarde. Manuel del Valle entre otros trabajadores zapateros se jubiló en el año 2000 después de trabajar de zapatero casi cincuenta años haciendo buenos zapatos, ahora  son sus hijos José y Carlos quienes llevan desde hace años la zapatería de Camilo; fabrican  su propias hormas con buena madera de haya. Manuel, el otro hermano también tiene zapatería en la calle Miguel Zahera. La historia de Primitivo Blanco es también para museo. Tiene el taller en Roa de la Vega, y detrás tiene tres generaciones de zapateros. Lorenzo Blanco fue el precursor de la saga, aprendió el oficio en el hospicio de León…y de ahí le viene el apellido de Blanco; luego su abuelo Primitivo, y  luego su padre Ezequiel.
Zapatería de C. Del Río en la Plaza de Omaña en León.


En San Mamés, y desde el año 1965, y venido de Aguilar de Campos, Ciriaco Blanco y su hijo Daniel, regentan la zapatería del barrio. Estos artesanos siguen las formas de trabajo tradicional desde hace un montón de años, y comentan que ahora la gente les lleva, por la crisis, los zapatos cuando están en peores condiciones; pero ellos los reparan de maravilla, y  a seguir caminando. Todos grandes artesanos. Pedimos disculpas a los no nombrados; por suerte, todavía quedan por la provincia algunos zapateros remendones tradicionales, he aquí una pequeña muestra.


Rotulo de la zapateria Blanco en San Mamés.
En cuanto a la historia de esta profesión podemos remontarnos a tiempos muy antiguos, hace unos 15 mil años o más, cuando el hombre de las cavernas comenzaba a proteger sus pies al amarrar piel con una especie de cordel alrededor de los mismos. Pero la guasa también cuenta, y no hay que olvidar…"No soy ZAPATERO, soy reparador de calzado".”Zapatero que no charla…el trabajo falla”.

Todavía en activo, uno de los zapateros remendones,
 
Primitivo Blanco en Roa de la Vega (León)

5 comentarios:

  1. Entrañables reseñas, de personas y oficios, Toño. Sobre este sistema económico-social del despilfarro de recursos, de algún modo impuesto por resultar más barato el "usar y tirar", espero que con la crisis tenga su parte de retorno, a la vez que una toma de conciencia; y con todo ello, que vuelvan algunos oficios muy útiles y casi olvidados, como éste del zapatero remendón. Gracias por tu labor de documentación. Un abrazo

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  2. Magnifico articulo, Toño. Recuerdo que en mi pueblo había un zapatero,, mi padre me hacia acompañarle a su taller. Ni decir tiene que que quedaba con la boca abierta viendo como elaboraba botas y reparaba calzado de toda clase asi como todo tipo de enseres de cuero.
    Habría que recuperar aquellos oficios, aunque solo fuera como aprendizaje o simplemente para hacer un trabajo bien hecho.
    Este articulo me ha devuelto a la infancia, y aquellos recuerdos de cuando no estaba todo tan adulterado. Un fuerte abrazo.
    Alejandro Alvarez del Amo

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  3. Bonita reseña de este oficio tan peculiar...ya no quedan apenas zapateros remendones en las ciudades ni en los pueblos; aquí cerro el último del barrio hace un par de años por la jubilación del paisano. José Fernández. Oviedo.

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  4. Acabo de emocionarme mucho.
    Mi abuela María Polledo Rodríguez, de( Noreña, Asturias)era hermana de fabricantes de calzado. Ramón, y Norberto, conocido como " Pilín"
    Mi abuela recordó siempre, como sus hermanos, le hacían botas y zapatos de tafilete. Me gustaría muchísimo que hubiera alguna foto.

    Yo, su nieta, Silvia Villacieros, Díaz, hija de Ángeles Díaz, Polledo.

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    1. Mi cuarta abuela era Dionisia Polledo Muñiz,se que era de Noreña, su padre Fernando Polledo y alguna relacion tenia con los zapatos pero no se nada mas de ella si supieras algo....

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